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Estrés térmico en vacas lecheras


estrés térmico en vacas

El estrés térmico en vacas lecheras es uno de los principales problemas que afectan a estos animales en épocas de calor. Se produce cuando la temperatura y la humedad ambiental superan la capacidad de los animales para regular su temperatura corporal. Esto provoca una serie de efectos negativos sobre el bienestar, la salud y la productividad de las vacas.

En este artículo, te explicamos qué es el estrés térmico, cómo afecta a la producción de leche, y qué prácticas de manejo puedes implementar para reducirlo y mejorar el rendimiento de tu explotación.

¿Qué es el estrés térmico?

El estrés térmico se define como la situación en la que el animal no mantiene su temperatura corporal dentro de los límites normales (entre 38 y 39 °C) y tiene que recurrir a mecanismos fisiológicos y de comportamiento para disipar el exceso de calor.

Esto depende de varios factores ambientales, como la temperatura, la humedad, la radiación solar, el viento y la ventilación. Para evaluar el grado de estrés térmico al que están sometidas las vacas lecheras, se utiliza el índice de temperatura y humedad (ITH), que combina la temperatura y la humedad relativa del aire.

El ITH se calcula con la siguiente fórmula:

ITH = 1.8 x T + 32 - (0.55 - 0.55 x HR/100) x (1.8 x T - 26)

Donde T es la temperatura del aire en °C y HR es la humedad relativa en porcentaje.

Según el valor del ITH, se establecen diferentes niveles de estrés térmico:

  • ITH < 68: Sin estrés térmico.

  • ITH entre 68 y 72: Estrés térmico leve.

  • ITH entre 72 y 78: Estrés térmico moderado.

  • ITH > 78: Estrés térmico severo.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que estos valores varían según la raza, el estado fisiológico, el nivel de producción y la adaptación de los animales.

Por ejemplo, las vacas lecheras de alta producción son más sensibles al estrés térmico que las de baja producción, y pueden sufrir sus efectos a partir de un ITH menor a 72.


¿Cómo afecta el estrés térmico a la producción de leche?

El estrés térmico afecta de manera negativa a la producción de leche por varios mecanismos:

  • Reduce el consumo voluntario de materia seca, lo que implica una menor ingesta de energía, proteína y nutrientes esenciales para la síntesis de leche.

  • Altera el metabolismo energético, aumentando el uso de glucosa y ácidos grasos como fuentes de energía para disipar calor, lo que reduce su disponibilidad para la producción de leche.

  • Disminuye la secreción de hormonas anabólicas como la hormona del crecimiento, la insulina y las hormonas tiroideas, que regulan el metabolismo y la síntesis de leche.

  • Aumenta la secreción de hormonas catabólicas como el cortisol, que tiene efectos inmunosupresores y reduce la síntesis de proteína láctea.

  • Provoca una vasoconstricción periférica, que reduce el flujo sanguíneo hacia la glándula mamaria y disminuye el aporte de nutrientes y oxígeno para la producción de leche.

  • Afecta a la composición de la leche, reduciendo el contenido de grasa, proteína y lactosa, y aumentando el recuento de células somáticas y la acidez.

Se estima que por cada grado que aumenta la temperatura corporal por encima de los 38,8 °C, se produce una reducción del 5% en la producción de leche. Esto significa que una vaca que produce 40 litros de leche al día puede perder hasta 8 litros si sufre estrés térmico severo.

Prácticas de manejo para reducir el estrés térmico en vacas lecheras

Para prevenir o minimizar los efectos del estrés térmico en las vacas lecheras, es necesario adoptar una serie de medidas que mejoren las condiciones ambientales y nutricionales de los animales. Algunas de estas medidas son:

Proporcionar sombra

La sombra es un factor clave para reducir el estrés térmico, ya que disminuye la radiación solar directa y la temperatura superficial del animal. La sombra puede ser natural (árboles) o artificial (techos, toldos, lonas, etc.).

Debe ser suficiente para cubrir a todos los animales, con un área de al menos 3 a 5 m 2 por vaca, y una altura de entre 3 y 4,5 m. La sombra debe estar ubicada en las zonas donde los animales pasan más tiempo, como el comedero, el bebedero y el corral.

Aumentar la ventilación

La ventilación es otro factor importante para mejorar el intercambio de calor entre el animal y el ambiente. Esta puede ser natural (viento) o artificial (ventiladores).

Los ventiladores deben estar colocados de forma que generen una corriente de aire uniforme y constante sobre los animales, con una velocidad de al menos 2 m/s. Deben estar situados en las zonas críticas, como el ordeño, el comedero y el corral.

Aplicar aspersión de agua

La aspersión de agua es una técnica que consiste en rociar agua sobre los animales para favorecer la evaporación del sudor y la disminución de la temperatura corporal. Se aconseja combinarse con la ventilación para aumentar su eficacia.

La aspersión de agua debe realizarse con boquillas que produzcan gotas de tamaño medio (entre 100 y 300 micras), con una presión de entre 2 y 4 bares, y una frecuencia de entre 5 y 15 minutos. También, es necesario evitarse en las horas más frías del día y en las zonas donde pueda causar problemas sanitarios.

Ajustar la dieta

La dieta es otro aspecto que se debe modificar para adaptarse a las condiciones de estrés térmico. El objetivo es maximizar el consumo de materia seca, mejorar la eficiencia digestiva, evitar el desbalance energético y prevenir las alteraciones metabólicas.

Algunas recomendaciones nutricionales son:

  • Aumentar la densidad energética y proteica de la dieta.

  • Incrementar el contenido de grasa hasta un 6% de la materia seca.

  • Reducir el contenido de fibra efectiva hasta un 18% de la materia seca.

  • Aumentar el contenido de minerales y vitaminas, en especial sodio, potasio, magnesio y vitaminas A, D y E.

  • Suministrar aditivos que mejoran la función ruminal, como levaduras, tampones o ionóforos.

  • Ofrecer agua limpia, fresca y abundante, con una disponibilidad de al menos 10 cm lineales por vaca.

El estrés térmico es un problema que afecta a las vacas lecheras en épocas de calor, causando pérdidas económicas por la disminución de la producción de leche y sus componentes, así como por el deterioro de la salud y la reproducción.

Para prevenir o reducir el estrés térmico, es necesario implementar prácticas de manejo que mejoren las condiciones ambientales y nutricionales de los animales, como proporcionar sombra, aumentar la ventilación, aplicar aspersión de agua y ajustar la dieta.

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